Comenta mi madre que su abuela Bienvenida se fue de esté mundo sin poder dormir en un colchón de lana. Sin duda la suya fue una existencia sobrada de privaciones y llena de penurias. A pesar de los tiempos que corren todavía es posible encontrar legiones de cadáveres de colchones de diferente tipología. Por cierto, un servidor duerme en un colchón de látex.