Gracias a Dios que mi Canon G9 tiene un tele de 200 mm. Ahora las nuevas versiones calzan teleobjetivos más cortos que transformarían en repugnante tomar fotos como la que están viendo ustedes. Así las cosas fíjense en la hojita verde de la izquierda. Gracias a ella la imagen es menos asquerosa. Hasta parece un adorno gastronómico de tapita reconstruido o el famoso puctum de nuestro llorado Barthes. Reconocer, por otra parte, que con la sombra, la imagen gana en relieve, calidez, detalle y repugnancia.