domingo, 10 de febrero de 2013
Versos fritos
Descripción de un viaje en tren de cercanías de Sant Andreu Arenal a Plaza de Cataluña. 30/3/12
Se agradece el fresquito. En el subsuelo estamos a salvo de los rigores de esta cálida primavera. Parece que tengo mala tarde. Mis ojos necesitan mucha luz y mis rodillas más flexibilidad y menos inflamación. Me siento sin ideas, sin fuerzas y algo atontado. La cabeza se carga un poco y noto que me sobra la gorra. El aturdimiento y el sueño llaman a mi puerta. Una joven atractiva despierta mi sopor y mi deseo. Observo en el andén un tipo particularmente obeso y calvo. Su decrepitud me rejuvenece.
El tren se deja querer y nos hace esperar. Resulta complicado rellenar estos momentos vacíos. Nos creemos seres inteligentes. Pero la espera nos convierte en inútiles. Si todos los ratos perdidos se llenasen de ideas, proyectos, pensamientos, reflexiones, poemas, deseos, sueños o reflexiones otro gallo nos cantara. Me pregunto en qué pensarán esos ancianos, enfermos o desocupados que pasan las horas perdidas en el banco de un parque, observando obras, o en la terraza de un bar. Si todos esos cerebros se pusiesen a funcionar seguro que las cosas irían mucho mejor. Seguro que derrotábamos a la maldita crisis.
En el vagón la gente mata el tiempo leyendo, escuchando música, hablando con o sin móvil, manipulando tabletas, ordenadores o chismes diversos. Pero también hay personas que están sin hacer nada. Tratando que no les roben, no les pidan limosna, no les coman la cabeza y les dejen tranquilos.
Mientras esperaba he acabado de leer con mucho interés “Versos fritos” de Gloria Fuertes. Sin duda una buena manera de comprender mejor a los niños y fuente de inspiración para escribir cosas parecidas para el público más pequeño.
Frente a mí un inmigrante con una mochila y una maleta tremendas. Me pregunto si en su equipaje lleva ilusiones, fracaso o desespero. Se le ve elegante, limpio y aseado. Baja en Arc de Triomf. Y yo en la próxima. No queda tiempo para más.