Su santidad Benedicto XVI, doña Esperanza Aguirre y otras gentes conservadoras castigan a los librepensadores con conceptos obtusos y ofensivos. Los cristianos y en particular los católicos pretenden monopolizar la verdad eterna y el bien absoluto. Pero tanto la teoría y la práctica vaticana como la pepera nos muestra una cosmovisión rancia y casposa de una sociedad que merece ideas más frescas y progresistas.