jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín

La mayoría de mis amigos y conocidos solteros y separados suelen responder que están estupendamente cuando se les pregunta. Para ellos estar sin pareja es sinónimo de libertad, higiene mental y ahorro.  Por el contrario estoy saturado de conocer casos de malcasados con aspecto hastiado, cansado, aburrido o cosas peores. Sin embargo, los seres humanos tendemos a recordar con nostalgia enfebrecida los mejores momentos de nuestra vida. Y esos momentos suelen pasarse en la íntima compañía de la persona amada. En verdad encontrarse desparejado te vuelve dolorosamente escéptico, escalofriantemente aburrido y, una palabra que está de moda,  sobrecogedoramente frustrado. Estar enamorado y sentirse querido te da un chute de energía y optimismo que no consiguen ni alimentos presuntamente afrodisiacos, ni fármacos, ni amores mercenarios, Bueno, basta ya de teoría y vamos a contar una bonita y auténtica  historia de amor en tiempos de crisis y recortes.
Hace un par de años que salimos. Pasamos de los 45 años y coleccionamos historias acabadas, amores imposibles y asignaturas pendientes. Compartimos descendientes absorbentes y ascendientes dependientes. Nos agobia el trabajo y nos preocupan los ingresos menguantes. Con solo mirarnos sentimos que entre nosotros existe un paraíso de solidaridad, pasión y ternura. Nuestras conversaciones son una forma de comunicarse, de amarse y de relajarse. Nos gustaría disponer de más tiempo libre, de más recursos económicos, de más juventud y de menos achaques. Pero vamos tirando y desafiando a un malestar social que nos golpea día a día. Nos gusta compartir las comidas caseras, los viejos cafés, las salas de exposiciones, las tardes de cine y los paseos por el parque. Nuestra intimidad está marcada por una sexualidad madura en la que prima la ternura y en la que los orgasmos nos recuerdan que todavía no estamos acabados. Es feliz sentirse amado cuando florecen canas, arrugas y otros estragos de la edad. La pasión empieza en la juventud. Pero con afecto e ilusión puede durar toda la vida.