En mi infancia existían panaderías y pastelerías. Las primeras servían barras de pan y poco más. Las pastelerías eran más bien para comprar delicias de fiestas y cumpleaños. Nuestras madres, por otra parte, solían ser aficionadas a fabricar madalenas y cocas. Ahora las monas, los pasteles variados y todo tipo de panes se venden indistintamente en ambas tiendas, en supermecados y en las tiendas de los pakis. La calidad suele ser buena o muy buena en los establecimientos tradicionales. La bollería industrial y el pan industrial a veces sabe a plástico rancio. Pero su precio hace que mucha gente haga cola en El Día o en el Mercadona para comprar más (cantidad) por menos. O menos (calidad) por menos. Según se mire.
