Cuando la realidad se hace añicos, los sueños rotos siembran de tinieblas nuestras consciencia. Ahora que las peores pesadillas son nuestro pan de cada día no debemos conformarnos con los tranquilizantes de los médicos o las terapias alternativas. La lucha es el único camino para evitar que nos devoren las fauces de los mercaderes de la especulación, los estafadores bancarios y los políticos corruptos.