Al tomar la foto pensé en un pollo de verdad, vivito y coleando. Más o menos como Chaplin confundió una persona con un pollo en "La quimera del oro". Hasta aquí mis semejanzas con el gran Charlot. Afortunadamente no paso hambre, ni nada parecido. Tal vez hice un acto reflejo como el perro de Paulov que asociaba un ruido con la comida. Muchos pollos a l'ast han alegrado mis domingos. Normalmente acompañados de patatas, alcachofas y all i oli.