Soy un firme defensor de la Ley de la Gravedad. Pero no me gusta ver como se cumple cuando se trata de semáforos, árboles, cornisas y trastos grandes en general. En el suelo, el semáforo parece un gladiador herido de muerte que espera que lo rematen. Pero nuestro amado ayuntamiento es piadoso y seguro que lo curará con mimo y más pronto que tarde volverá a señalizar el tráfico.