Una
soleada mañana de febrero un servidor, fotógrafo aficionado, cargó
con su Canon G9 y su blog de notas para ver la exposición de Manel
Gausa "Somorrostro Crónica Visual d'un Barri Oblidat” (Somorrostro Crónica Visual de un Barrio Olvidado) en el Centre
Civic Besós en la Rambla Prim de Barcelona. Aproveché la caminata
para tomar algunas fotillos y desayunar un zumo de naranja con unas
tostadas con pan integral, mantequilla, mermelada de fresa y un café
con leche.
La
expo me ha inundado de optimismo y me ha enseñado que además de dar
paseos, desayunar como un príncipe, captar instantáneas y ver
buenas exposiciones, es necesario se un poco arriesgado, coger el
toro por los cuernos y fotografiar dónde más duela. Hace 55 años
el Somorrostro era un barrio de barracas habitado mayoritariamente
por súbditos de etnia gitana que malvivían en condiciones
deplorables. A pesar de la miseria de sus habitantes, las imágenes rebosan sonrisas.
Con sus juegos, inocencia y llanto los niños son los protagonistas
de una expo en las que los adultos posan con alegría, dignidad y
alguna duda.
Tengo
ganas, por otra parte, que los genios de la tecnología fotográfica
inventen una Rolleiflex digital o algo parecido. La calidad de las
fotos en blanco y negro me lleva a evocar que en el pasado no se
hacían ni malas cámaras, ni malas fotos.