domingo, 2 de febrero de 2014

Escaleras mecánicas

Yo prefiero las escaleras de verdad. A ser posible de caracol y con asientos en los rincones para los más puretas. Los engendros mecánicos sólo los utilizo cuando el cansancio o el peso de la mochila me vence. Lo que se gana en comodidad se pierde en incertidumbre. Por lo demás es uno de los terrenos preferidos por los cacos para dar sablazos. Por delante uno finge que se ata el zapato y el otro ratero que sustrae la cartera por detrás. 

Pero más pronto que tarde me ayudarán a sobrellevar los artrósicos achaques y otras disfunciones de la vejez.  Son un mal necesario. Sepamos utilizarlas con sabiduría.