No
dejaba de sonreír. Su cara destilaba ilusión, esperanza y deseo.
Pero como no soy adivino no pude descifrar sus sentimientos. Pero
seguro que tenían que ver con el reencuentro con un ser querido o
algún chiste de los que corren por la red. De repente la joven
latina habla por teléfono con palabras agridulces. No pierde la
sonrisa pero exclama “A ver cuando que paga lo que me debe el
huevón de Carlos Alberto.”
El
hueco de la mujer latina es ocupado por una señorita pelirroja con
gafas que me golpea, fuerte pero sin querer, en mi rodilla mala. Sin
dejar de hablar por el móvil trata de disculparse con una mueca
descafeinada que se transforma en una sonrisa de oreja a oreja al
invitar a su noviete a pasar la tarde con ella. Cuatro estaciones
después, y sin dejar de hablar por teléfono se levanta y me vuelve
a golpear. Esta vez en la rodilla buena.
Un
mocetón aprovecha y se deja caer sin, por fortuna, hacerme ningún
daño. Rápidamente desenfunda su móvil y se pone a chatear o algo
parecido. Tiene cara de pocos amigos, pero se apiada de mi y me
perdona la vida.
Dos
estaciones más tarde asienta sus posaderas un anciano risueño con
camisa de franela a cuadros, americana oscura, bufanda roja y una
botellita de agua de Bezoya entre las manos. El viejo me mira a los
ojos y me suelta algunas frases en alguna lengua germánica. Le
contesto en inglés “I do not speak your language”. El caballero
me responde en un castellano cargado de acentos guturales que me
había tomado por un alemán. Al levantarse tres paradas más tarde,
me comenta que le gusta mi gorra. Deduzco que me ha tomado por un gay
alemán. Mal asunto.
Al
final se produce el milagro. Abro los ojos y frente a mi observo una
atractiva mujer de cabello oscuro vestida de negro de cabo a rabo;
chaqueta, pantalón, botas, bufanda y hasta el bolso. Consulta el
móvil un instante y lo guarda. Me mira fijamente a los ojos y me
dice, “José Manuel, el final de tu viaje es inmediato, ponte en
paz contigo mismo, deja de tomar notas y déjate llevar.” Salgo
corriendo dos paradas antes. Camino un buen rato y abro el ordenador
para escribir esta historia.