jueves, 13 de febrero de 2014

Gay alemán

No dejaba de sonreír. Su cara destilaba ilusión, esperanza y deseo. Pero como no soy adivino no pude descifrar sus sentimientos. Pero seguro que tenían que ver con el reencuentro con un ser querido o algún chiste de los que corren por la red. De repente la joven latina habla por teléfono con palabras agridulces. No pierde la sonrisa pero exclama “A ver cuando que paga lo que me debe el huevón de Carlos Alberto.”

El hueco de la mujer latina es ocupado por una señorita pelirroja con gafas que me golpea, fuerte pero sin querer, en mi rodilla mala. Sin dejar de hablar por el móvil trata de disculparse con una mueca descafeinada que se transforma en una sonrisa de oreja a oreja al invitar a su noviete a pasar la tarde con ella. Cuatro estaciones después, y sin dejar de hablar por teléfono se levanta y me vuelve a golpear. Esta vez en la rodilla buena.

Un mocetón aprovecha y se deja caer sin, por fortuna, hacerme ningún daño. Rápidamente desenfunda su móvil y se pone a chatear o algo parecido. Tiene cara de pocos amigos, pero se apiada de mi y me perdona la vida.

Dos estaciones más tarde asienta sus posaderas un anciano risueño con camisa de franela a cuadros, americana oscura, bufanda roja y una botellita de agua de Bezoya entre las manos. El viejo me mira a los ojos y me suelta algunas frases en alguna lengua germánica. Le contesto en inglés “I do not speak your language”. El caballero me responde en un castellano cargado de acentos guturales que me había tomado por un alemán. Al levantarse tres paradas más tarde, me comenta que le gusta mi gorra. Deduzco que me ha tomado por un gay alemán. Mal asunto.

Al final se produce el milagro. Abro los ojos y frente a mi observo una atractiva mujer de cabello oscuro vestida de negro de cabo a rabo; chaqueta, pantalón, botas, bufanda y hasta el bolso. Consulta el móvil un instante y lo guarda. Me mira fijamente a los ojos y me dice, “José Manuel, el final de tu viaje es inmediato, ponte en paz contigo mismo, deja de tomar notas y déjate llevar.” Salgo corriendo dos paradas antes. Camino un buen rato y abro el ordenador para escribir esta historia.