sábado, 2 de febrero de 2013
Walkman asesino
Nunca supo cómo llegó aquel viejo walkman a sus manos. Hacía muchos años que había abandonado a su suerte a los casetes por los CD y luego por el mp3. Pero aquel aparato tenía algo extraño y mortífero. Se manejaba con los típicos botones de abrir, cerrar, play, pausa, avanzar rápido y rebobinar. Pero los mandos eran de muy mala calidad, toscos y frágiles. Se atrancaban y saltaban cada dos por tres. Cada avería iba acompañada de un dolor agudo en alguna parte de su cuerpo: el pie izquierdo, la mano derecha, las rodillas, la nuca, el estómago, la frente, los riñones, la garganta, la espalda o los genitales. El final llegó con un punzante dolor torácico que le irradiaba al brazo. Le dejó frito para siempre y el casete dejó de sonar.
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