A buena foto, mal pago. Reflexiones sobre la ingratitud
fotográfica.
El 99% de los seres humanos piensan que la mayoría de las
fotos que toman son una pasada. Si el modelo es un ser querido, un
acontecimiento dichoso o un lugar emblemático el porcentaje sube al cien por
cien. La certeza del presunto artista se desvanece al recibir algunas críticas
de personas que entienden un poco de fotografía. Entonces el fotógrafo
aficionado se cabrea contra su crítico, su cámara y contra si mismo.
A los fotógrafos expertos les pasan cosas parecidas o mucho
peores cuando presentan imágenes para exposiciones, concursos o para ser
comercializadas. Tanto esfuerzo y tanto dinero invertido para que un crítico
implacable o interesado o un cliente voluble o tacaño te lo tiren por la borda.