Malvivimos en el reino de la
mediocridad, en la república de la miseria, en el estado de la desesperanza, en
la nación de la intolerancia y en la ínsula del todo a cien. Nos dejamos llevar
por el consumismo, la inmediatez y el borregismo. De esta forma, la fotografía se ha transformado
en una golosina visual adulterada, en un exhibicionismo inútil y en un blog de
notas de usar y tirar. Por eso la mayoría de las fotografías son basura, caos y
banalidad.