La práctica de
la fotografía profesional acostumbra a ser un trabajo de equipo. La fotografía
de aficionado, en cambio, suele ser una
práctica solitaria. Por eso los fotógrafos amateurs solemos ser tan malos
compañeros de viaje y acostumbramos a sentirnos incómodos por la presencia de
amigos y familiares que perturban nuestro interés por la fotografía. Por otra
parte la “fotomanía” enturbia las relaciones entre compañeros de viaje o de
eventos que no desean que las actividades lúdicas se transformen en un acto
fotográfico permanente.