Si tengo la fortuna de volver a reencarnarme elegiría ser una abeja. Pasarse el día de flor en flor para luego fabricar miel es un curro laborioso pero agradecido. Seguro que no me recortarán el sueldo, ni me dejarán sin paga de Navidad o cosas peores. Y salvo catástofres mayores nadie me echará de mi querida colmena.