Dicen que es peligroso para la salud. Pero jugar a la ciega te permite llegar a un nivel de concentración muy elevado y olvidarte de algunos problemas que te pueden agobiar. Tu cerebro se convierte en un oscuro tablero virtual de ajedrez en blanco y negro en el que las piezas parecen fantasmas. Sin embargo, se necesita tranquilidad y silencio. He tenido algunas experiencias con público demasiado inquieto y me acabó desconcentrado.
El ajedrez que practican los invidentes es otra cosa. Identifican las piezas por la forma y el color por una protuberancia que tienen las piezas negras. Los escaques negros están en ligero relieve y ambos disponen de un agujero para insertar las piezas. Sus manos son también sus ojos. Yo he jugado, y perdido, dos partidas de competición con invidentes. Es una experiencia que impone.