Resulta difícil entender a las personas mucho mayores y mucho más jóvenes que tu. Desde mis cincuenta y tantos años me parece incomprensible muchas de las costumbres de los jóvenes. Su adicción a los teléfonos móviles, a los ordenadores, Internet y chismes varios los transforma en cybors, medio máquinas/medio humanos. Su costumbre de salir hacia las 12, pasarse la noche en blanco y meterse en el cuerpo de todo los hace parecerse un poco demasiado a los vampiros y un poco mucho a los muertos vivientes. Su tranquilidad y su pasotismo me causan gran impresión.
Las personas mayores también dejan mucho que desear. Se aferran a su casa y a sus posesiones como si fueran un paraíso y un gran tesoro. En realidad suele ser su prisión y una trampa a menudo insalubre y mortal. Se aferran a sus hijos como si fueran también una posesión suya. No importa que sean mayores de edad, emancipados y con una inteligencia igual o superior a la de ellos. Sistemáticamente los tratan como si fuesen niños y pretenden chuparles todo el tiempo que pueden. Si el anciano enviuda y el hijo se separa o permanece soltero se suele producir una situación de chantaje emocional en el que el anciano se victimiza e intenta captar todo lo que puede a su hijo. Por otra parte los miembros de la tercera edad tienen costumbre de defender sus ideas como si fueran verdades eternas, de pasar demasiado tiempo jugando a las cartas y de ver la televisión demasiadas horas y demasiado fuerte. Triste final el de los últimos años del ser humano.
Las personas de mediana edad tampoco están (estamos) exentas de problemas. Con mucha alegría nos metemos en hipotecas y préstamos diversos. A veces somos una especie de cobardes compulsivos que huimos de los compromisos como quien huye de la peste. En otras ocasiones nos ponemos nosotros mismos la soga que nos ahorca con una persona odiosa o particularmente incompatible con nuestro carácter. La mayoría acostumbramos a trabajar demasiado y a leer poco. El deporte y la actividad física sólo se ven por la televisión o se leen por la prensa deportiva. Abusamos de la sal, del tabaco, del café y del alcohol. Solemos comer demasiado o demasiado mal. Aun así pretendemos estar en forma, poder dormir bien, no tener dolores de cabeza y hacer el amor como unos jovencitos.