martes, 23 de abril de 2013

Té de funeral

Tras la cena he tomado de postre un té de funeral. Tras el primer sorbo una llamada telefónica me informó del óbito de Miquel, 51 años, agente de seguros, dos hijos, divorciado y a punto de volverse a casar. La muerte le sorprendió en la ducha y dejó helado a quienes le queríamos. Cuando fallece alguien de tu edad te acojonas y te deprimes un huevo.


Siempre me ganaba en el ping pong y acostumbraba a sacarme de embrollos relacionados con el seguro del piso. No pudo, sin embargo, derribar el implacable muro que el Ayuntamiento de Barcelona pone a los socavones y otros desastres urbanísticos de su penosa gestión. De esta forma me tuve que tragar la reclamación por daños y perjuicios que me ayudó a gestionar. Estudiamos juntos el bachillerato. Fue listo. En vez de perder el tiempo cursando inútiles carreras universitarias se dedicó a los seguros y le fue bastante bien. Tras su divorcio pasó un tiempo desquiciado y hasta perdió algún encuentro de ping pong conmigo. Hace un par de años recuperó la estabilidad emocional con su pareja actual. El mundo le sonreía, pero el corazón dijo basta y se puso el telón. Descanse en paz.