lunes, 22 de abril de 2013

Pesadilla

Anoche tuve un sueño particularmente inquietante: Un desalmado estaba a punto de cortarme el cuello con una tremenda navaja albaceteña. Justo antes del fatal desenlace llaman a la puerta. El ruido me despierta de un mal sueño. Respiro aliviado y observo que mi cabeza sigue en su sitio. El timbre continúa sonando de manera insistente. Son las dos de la mañana pero abro la puerta.


Frente a mí un tipo igualito a Fernando Tejero pero con menos pelo, más canas y un aspecto lamentable. Le acompaña una mujer que parece una fotocopia de Belén Esteban. El varón me dice que su mujer está muy enferma: le pica todo el cuerpo y anda sobrada de erupciones cutáneas. Le respondo que no soy médico. Me mira con cara de extrañado. ¿”Pero no es usted doctor”. “Correcto-le respondo- pero en Bellas artes” “Por favor haga algo”. Le recomiendo que acuda a un centro sanitario o llame al 112. Para quitármela de encima le preparo una infusión con tila, melisa y manzanilla, le regalo un frasco de aceite de almendras amargas y 30 euros para que tomen un taxi y vayan a un hospital. Pero la mujer insiste que la visite y se empieza quitar la ropa. Entonces mi próstata pide pista libre para el lavabo. Tras aliviarme compruebo que no hay nadie en casa. Fue un sueño dentro de otro sueño.

No sé si estaré soñando mientras les escribo estas líneas. Pero el caso es que tengo mucho sueño atrasado. Prometo cenar más ligero, no ver tantas películas de miedo, trabajar menos de noche, no leer los diarios, ni ver la tele, ni escuchar la radio.