martes, 23 de abril de 2013

Tesoro

Escrito en el metro tratando de recordar algo importante


Me he quedado en blanco. Estaba pensando en algo muy ingenioso y se me ha ido de la cabeza. ¡Como falla la memoria! Se fue como el humo, como la mierda en la taza del inodoro, como un vómito tras la nausea, como el esperma tras el orgasmo. Viajo en el metro. El vagón se mueve demasiado. Mi letra es fatal. Me cabreo conmigo mismo, y no recuerdo nada.

Escribo y, mentalmente, voy tomando fotos de mi entorno; gente conversando, leyendo, abstraídos en sus pensamientos, enviando un mensaje por teléfono móvil, escuchando música en un reproductor de mp3, consultando la agenda, mirando como escribo, bebiendo una coca-cola light sin cafeína, rascándose la nariz, tocándose la boca, metiéndose las manos en el bolsillo, peinándose, besándose, tocando la flauta y pasando la gorra, tratando de no caerse con los vaivenes del metro, bostezando, presumiendo, soñando.

No se que daría por recordar lo que pensé hace un instante. Sin dura era alguna idea brillante, algún pensamiento profundo. Maldita sea, ¿por qué no lo escribiría en una libreta?. Mierda, mierda, mierda.

Ya sólo queda una parada. Final de trayecto. Son casi las 10 de la noche. El vagón está medio vacío o medio lleno y yo me muero de tristeza.

¡Por fin lo recuerdo! Estaba pensando como me sentiría si las cosas me fueran mejor profesional y personalmente. Entonces no tendría tanto tiempo para pensar, para escribir, para pasear, para leer, para soñar despierto… Seguramente mi tiempo libre es mi mayor tesoro.