Me estoy haciendo viejo. He tomado palomitas con azúcar y con sal. Las primeras las asocio a mi infancia. Recuerdo que las hacía mi madre de vez en cuando. Su dulzor despertaba mi glotonería y mi inocencia. Las palomitas saladas tienen que ver con tardes de cine adolescente y juvenil. Las evoco cargadas de promesas cinéfilas y sexuales. Ahora llega esta nueva receta con ketchup y mostaza que pretende romper moldes y provoque sin duda más de una indigestión. Existen muchas formas de rebelarse. Una puede ser probando este producto. Pero sin duda existen otras más revolucionarias.