Al tomar la foto del interior de la papelera me fijé en el deliciosos chocolate Lindt. Yo prefiero el de guindilla. Pero el de naranja tampoco está nada mal. Sin embargo no advertí hasta procesar la imagen la existencia de una paloma muerta. Discernir como llegó la infeliz ave hasta allí podría dar a Cortázar para escribir una nueva versión de las Babas del Diablo. Señalar en mi descargo que el colorido grisaceo de la paloma se confundia con el de la papelera y la bolsa de basura.