sábado, 20 de abril de 2013

Un soplo de ternura


Despunta un rayo de sol

y la noche agonizante,

se diluye con el día

en un abrazo de sangre.



Los vigilantes repasan

el centro con lenta calma,

mientras sueñan dulcemente

cien historias de esperanza.



Los relojes nos invitan

a controlar nuestra audacia,

transformando nuestro orgullo

en un maniquí de plata.



Las ocho de la mañana:

se abren mil puertas volcánicas

y un horizonte de lava

nos abrasa las entrañas.



Siguen seis horas amargas,

con normativas que cambian,

historias que se repiten

y cosas que nunca pasan.



Unos ojos me dibujan

una sonrisa de albahaca,

y de repente, unos labios

dejan ya de ser escarcha.



Renacen las ilusiones,

se ahogan blancas amenazas

y unas manos amistosas

se despiden hasta el alba.